La ciudad palpita, su carne pétrea es igual de cambiante que la nuestra. Su piel de acero muda como la de una serpiente engañosamente inmóvil e inmutable. Los siglos de piedras, ladrillos, ventanas, portales, arboledas, parques...en un solo segundo desaparecen y dónde antes estabamos hay un vacío a punto de ser construido.
Magnífica noticia acerca del simbólico edificio de viviendas, situado en una antigua zona burguesa por antonomasia. Renueva su cara la finca roja, todo un referente para los valencianos de antiguo.