Thursday, November 02, 2006

Noviembre, la cidad se torna gris, un remolino de hojas me nubla el alma


Quiero vivir en la ciudad tal como es
con retrete, luz eléctrica, cocina de gas
y calles limpias
y jardines de gentes ricas en una esquina sí y otra no
y palacios y cafés, riqueza expuesta en los escaparates,
y por cinco marcos o dos marcos un rectilíneo
esplendor.
Un mar de luz y abigarrados colores
y rostros, destinos
y la luz del cielo-un estímulo de ideas
y lucha, y amor recién prendido
para cada uno
y para todos, ¡todos!
ser como una planta en un prado primaveral
estar como un árbol entre los arboles
ocupar un sitio como una piedra entre las piedras
de la costrucción,
saber que miles de gentes se aman y se alegran, tienen preocupaciones
y los mismos bellos ojos ríen lágrimas y arden y
se ahogan, sueñan, tropiezan, sucumben,
pero irán a un reino para todos y gloriosas hazañas
con luminosa perspectiva.
-Gozo de la existencia de las calles de las ciudades, de sus fábricas,
y la belleza está fuera y dentro.
El cielo y el agua son iguales
y la noche no es tan oscura bajo los faroles que rodean la calle y el
agua.
Al vacío llegan sonidos del baile de los reunidos, gritos, desesperación,
y la solidaridad con lo múltiplemente conocido,
y solitario está el destino entre miles de miradas que soportar,
y luchar en el pulular de las gentes
es como una vez bajo la abrumada bóveda del bosque
con la bóveda de las estrellas escondida en el corazón.
El retumbar de las ciudades-¡Todo!
un igual y un hermano de todos
y la lucha por mil hasta mil
y la lucha contra todos
y por fin esos ojos, muchos ojos
conocidos,
no conocidos,
que llevamos como en una escudilla
que no se debe derramar.

(Gunnar Björling)

1 comment:

Anonymous said...

A mí el otoño, y noviembre en especial, me sirven de bálsamo. Sufro una especie de renacimiento tanto intelectual como espiritual.

En cierto modo, me asemejo al protagonista de aquel maravilloso cuento corto de Jane Yolen: "El Rey del Invierno". Aquel que solo podía vivir en los meses oscuros.