La ciudad palpita, su carne pétrea es igual de cambiante que la nuestra. Su piel de acero muda como la de una serpiente engañosamente inmóvil e inmutable. Los siglos de piedras, ladrillos, ventanas, portales, arboledas, parques...en un solo segundo desaparecen y dónde antes estabamos hay un vacío a punto de ser construido.
Monday, December 11, 2006
Calleja
En las callejuelas del alma
donde las farolas están lejos unas de otras,
lo que dificulta encontrar los núneros de las casas.
Allí he buscado largo tiempo.
En vano.
Quizá busque números demasiado altos
que no existen.
Quizá.
Ahora he llegado al final de la calleja
y miro con ojos secos a una noche
que ya no me asusta.
Detrás vociferan los que han encontrado lo que buscaban,
los números que todos habíamos encontrado,
y el griterío llena los prostíbulos donde el miembro viril
escupe sus flemas
y el alma sondea las profundidades,
las definitivas,
en medio del estrépito de orinales y pozales
y el cloqueo de los desagües en su camino hacia las alcantarillas
en la callejuela de las Almas.
(Pär Lagerkvist, 1932)
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